Resumen:
¿Es posible hablar el dolor y no del dolor? Sabemos que la intensidad y localización del dolor singular puede desmantelar el cuerpo. El dolor es obsesivo e inarticulado, un habla insistente y constante, largo y penoso. Una expiración que toma la forma de la queja, como si el lamento compulsivo y crónico pudiera poner fuera del cuerpo singular aquello indiscernible e implicado en éste. Si el dolor habla, lo hace como interrupción, como corte de la continuidad histórica. Lo hace para hacer colapsar el lenguaje, para que el silencio absoluto arrastre el lenguaje hacia la catástrofe. Quizás, pueda decirse, y así lo han hecho poetas y filósofos, que el dolor habla en el silencio. Dolor es el nombre de huellas, cicatrices, rastros, restos por los que aparece o desaparece la posibilidad de un mundo. Dolor es el nombre de una contracción extrema de los cuerpos en un ethos que se abre a la comunidad de dolientes. Dolor es el esfuerzo de un pensar que no se refugia en definiciones. Sabemos, por fin, que sólo a través del dolor comprendemos la curva trágica de lo real, inseparable de los acontecimientos que nos constituyen.
Descripción:
Fil: Cangi, Adrián. Universidad Nacional de Avellaneda. Departamento de Cultura, Arte y Comunicación; Argentina
Fil: González, Alejandra Adela. Universidad Nacional de Avellaneda. Departamento de Cultura, Arte y Comunicación; Argentina