Resumen:
El incremento de la flexibilidad laboral ha conllevado un aumento en el empleo informal, contratos temporales y en la precariedad laboral. En este sentido, en las últimas décadas se presencia una reconfiguración del mundo del trabajo que suscita interrogantes acerca del impacto de estas modalidades más flexibles, e incluso precarizadas, sobre la salud de los trabajadores. Los profundos cambios que han llevado a que la “flexibilización” laboral se haya transformado en una de las características principales del mercado de trabajo han tenido diversos efectos negativos para los trabajadores, en relación a su estabilidad y seguridad laboral. La salud como parte de la producción social genera en el campo laboral relaciones interpersonales que son al mismo tiempo afectivas; y en segundo lugar, la salud funciona también como lucha por construir una identidad colectiva. Sabemos que las políticas laborales inciden de manera directa o indirecta en la mejora de las condiciones de vida, a través de la generación de empleo y de generar un ingreso, sin embargo, entendiendo que la salud en el trabajo posee una dimensión colectiva que refuerza los aspectos positivos que posee toda actividad laboral cabe preguntarse cuáles son las políticas de empleo que contribuyen, consolidan e incrementan las capacidades colectivas del bienestar.